Este es el blog de un aficionado a la historia militar y de un reciente jugador de DBMM.
Reconozco que hay algo de friki en todo ello, así pues colecciono libros, películas y por proximidad, bandas sonoras, miniaturas, etc, incluso algún sello.
A lo largo de años, aunque de forma inconstante, he dedicado tiempo a las maquetas y al pintado de miniaturas. Pero ha sido desde el verano del 2007, al descubrir el DBMM, cuando he renovado mi afición a pintar.
La idea de empezar este blog nace de un “empujoncito” de mi maestro en el DBMM, David, alias “landmeister”, cuando tras leer alguno de mis informes de batalla me anima a publicarlos de esta forma.
Así pues lo considero mi padrino en esta nueva lid.
Compartiré mi ejército actual y mis proyectos para los futuros, su pintado y su creación.
También mi batallas, mis derrotas y espero que alguna victoria.
Y sobre todo espero hacer comunidad con los nuevos compañeros y amigos que estoy haciendo gracias a este nuestro hobby.
Reconozco que hay algo de friki en todo ello, así pues colecciono libros, películas y por proximidad, bandas sonoras, miniaturas, etc, incluso algún sello.
A lo largo de años, aunque de forma inconstante, he dedicado tiempo a las maquetas y al pintado de miniaturas. Pero ha sido desde el verano del 2007, al descubrir el DBMM, cuando he renovado mi afición a pintar.
La idea de empezar este blog nace de un “empujoncito” de mi maestro en el DBMM, David, alias “landmeister”, cuando tras leer alguno de mis informes de batalla me anima a publicarlos de esta forma.
Así pues lo considero mi padrino en esta nueva lid.
Compartiré mi ejército actual y mis proyectos para los futuros, su pintado y su creación.
También mi batallas, mis derrotas y espero que alguna victoria.
Y sobre todo espero hacer comunidad con los nuevos compañeros y amigos que estoy haciendo gracias a este nuestro hobby.
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Pero como no sólo vivo de DBMM, también pienso compartir con quien desee leerme otras historias de guerra.
No soy ni historiador ni escritor. Y no pretendo hacer una página divulgativa de historia, pues ya hay blogs magníficos y enciclopedias virtuales para ello.
Mi pequeño objetivo es recoger y guardar aquí otras historias de guerra, pequeñas y grandes, aquellas que no suelen aparecer en las “Historias de las grandes batallas y civilizaciones”.
Batallas perdidas en el olvido o detalles olvidados de las famosas.
Historias de los hombres que han visto la guerra cara a cara.
No puedo evitar hacer un homenaje a dos personas muy cercanas a mí. Porque ellos sí la vieron y vivieron.
Recuerdo a mi abuelo Virgilio. Tenía unos ojos muy claros que, según la luz, brillaban de color azul cielo o gris claro.
Recuerdo su mirada fija y perdida cuando siendo yo niño le preguntaba si había estado en la guerra.
Él se callaba. Nunca contaba batallitas. Sólo callaba y permanecía con la mirada en el vacío mientras los recuerdos acudían a su memoria.
Sólo en una ocasión, cierto día que él, yo y la borrica, hacíamos una excursión al monte, me contó algunas cosas. Aquello fue una especie de legado íntimo y personal.
En otra ocasión, mi abuela me llevó casi en secreto a su habitación y me dio una cajita de latón redonda, muy antigua, de aquellas de pastillas para la tos. Cuando la abrí, envuelta en algodón, encontré una vieja brújula. Mi abuela me la regaló y me explicó que era la brújula que el abuelo llevó cuando la guerra, con la que volvió a casa cuando todo acabó.
También quiero recordar aquí a mi suegro Llorenç. Él formó parte de la quinta del biberón. Fue llamado a filas con 16 años y enviado a la batalla del Ebro para ver como la República perdía sus esperanzas. No llegó a pegar ni un tiro. Simplemente vivió la terrible retirada por la ruta de los Pirineos para acabar pasando varios meses en uno de los campos de refugiados en Francia, en Saint Cyprien, donde el tifus hacía crecer cruces de madera en las arenas de la playa.
Llorenç casi nunca empezaba a contar sus experiencias y si lo hacía, nunca podía acabar. Porque se le formaba un nudo en la garganta y los ojos se le inundaban mientras miraban dentro de recuerdos que no podía borrar.
Sé que fue el único superviviente de su sección.
Ellos son de los que vieron. Y de los que, como muchos otros, se callaban mientras otros hablaban de la guerra con ligereza.
Por ello nunca miraré a la guerra sin el debido respeto.
Intentaré hacerlo desde esa extraña fascinación que la guerra y la vida militar siempre han ejercido sobre muchos jóvenes (ahora pasada de moda, incluso mal vista) y que en mi caso y con el tiempo, se ha convertido en la afición apasionada por su estudio y el deseo de saber porqué, más que el qué o el cuándo.
Pero como no sólo vivo de DBMM, también pienso compartir con quien desee leerme otras historias de guerra.
No soy ni historiador ni escritor. Y no pretendo hacer una página divulgativa de historia, pues ya hay blogs magníficos y enciclopedias virtuales para ello.
Mi pequeño objetivo es recoger y guardar aquí otras historias de guerra, pequeñas y grandes, aquellas que no suelen aparecer en las “Historias de las grandes batallas y civilizaciones”.
Batallas perdidas en el olvido o detalles olvidados de las famosas.
Historias de los hombres que han visto la guerra cara a cara.
No puedo evitar hacer un homenaje a dos personas muy cercanas a mí. Porque ellos sí la vieron y vivieron.
Recuerdo a mi abuelo Virgilio. Tenía unos ojos muy claros que, según la luz, brillaban de color azul cielo o gris claro.
Recuerdo su mirada fija y perdida cuando siendo yo niño le preguntaba si había estado en la guerra.
Él se callaba. Nunca contaba batallitas. Sólo callaba y permanecía con la mirada en el vacío mientras los recuerdos acudían a su memoria.
Sólo en una ocasión, cierto día que él, yo y la borrica, hacíamos una excursión al monte, me contó algunas cosas. Aquello fue una especie de legado íntimo y personal.
En otra ocasión, mi abuela me llevó casi en secreto a su habitación y me dio una cajita de latón redonda, muy antigua, de aquellas de pastillas para la tos. Cuando la abrí, envuelta en algodón, encontré una vieja brújula. Mi abuela me la regaló y me explicó que era la brújula que el abuelo llevó cuando la guerra, con la que volvió a casa cuando todo acabó.
También quiero recordar aquí a mi suegro Llorenç. Él formó parte de la quinta del biberón. Fue llamado a filas con 16 años y enviado a la batalla del Ebro para ver como la República perdía sus esperanzas. No llegó a pegar ni un tiro. Simplemente vivió la terrible retirada por la ruta de los Pirineos para acabar pasando varios meses en uno de los campos de refugiados en Francia, en Saint Cyprien, donde el tifus hacía crecer cruces de madera en las arenas de la playa.
Llorenç casi nunca empezaba a contar sus experiencias y si lo hacía, nunca podía acabar. Porque se le formaba un nudo en la garganta y los ojos se le inundaban mientras miraban dentro de recuerdos que no podía borrar.
Sé que fue el único superviviente de su sección.
Ellos son de los que vieron. Y de los que, como muchos otros, se callaban mientras otros hablaban de la guerra con ligereza.
Por ello nunca miraré a la guerra sin el debido respeto.
Intentaré hacerlo desde esa extraña fascinación que la guerra y la vida militar siempre han ejercido sobre muchos jóvenes (ahora pasada de moda, incluso mal vista) y que en mi caso y con el tiempo, se ha convertido en la afición apasionada por su estudio y el deseo de saber porqué, más que el qué o el cuándo.
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Y para finalizar,
Y para finalizar,
la cabecera con la imagen del portaestandarte de mis piqueros macedónicos, en la tradición de los portaestandartes de todos los tiempos, soldados jóvenes, orgullosos de sus tradiciones y fieles a sus camaradas.
Que sueñan con llegar a ser soldados viejos.
En avant! Vive l'Empereur!
3 comentarios:
Es curioso que tengamos algunas similitudes. Algunas símples como la colección de sellos y otras más estranyas: uno de mis abuelos estuvo en ese campo de concentración (del que escapó por mar)y el otro, de la quinta del biberón, nunca contaba nada (excepto una vez y entonces entendí el porqué).
Supongo que estábamos predestinados al DBMM ;OP
Excelente página dedicada a la guerra y a los soldados que luchan y dan su vida en ella, pero desde un punto de vista heróico a la vez trágico y fascinante, de camaradería, fidelidad y honor sin caer en el aspecto genocida y morboso que nos traen a la memoria muchos dictadores. Es la guerra en su más pura esencia, el arte del combate, las tácticas, el uniforme y sus complementos, la bandera o estandarte por el que se combate, la defensa y la conquista, el honor y la valentía. La reflexión que hace Erwin, me recuerda
o a mi propio abuelo paterno que nunca conocí, era carabinero de la república, fue deportado a un campo de concentración en Francia
donde enfermó y cuando regresó a su hogar en Barcelona, murió poco después por las penalidades sufridas allí. Llegó a ver soldados alemanes que por aquel entonces ya empezaron a patrullar en la frontera franco-española. En todo caso esta es una buena página recomendada para todo aficionado al mundo marcial y "frikis" como yo de otras aficiones.
Hasta la vista.
Buenas Steiner,
encantado de saludarte y gracias por tu comentario.
Hay sentimientos que son difíciles de expresar y es gratificante saber que hay compañeros te comprenden y comparten ideas y aficiones.
Saludos y hasta pronto
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