El objetivo principal de esta batalla era el de ser una exhibición por eso elegimos una batalla de corte clásico y sencilla.
Los ejércitos estaban nivelados y cada uno tenía una potencia de unos 125 ME y entre 625 y 675 puntos de tropas.
Tras el viaje expedicionario desde Barcelona (y pasarnos de salida en la autopista) por fin llegamos a los Porxos de l’Audiència a eso de las 10:15. Tras una rápida presentación con los amigos de Paraludem, pusimos manos a la obra en preparar el campo de batalla y organizar los ejércitos.
El lugar del evento es precioso pero el sol calentaba de lo lindo y entraba de pleno a través de los arcos acristalados del porche. El calor era sofocante y gotarrones de sudor caían desde mi naríz mientras organizábamos la mesa de juego.
Juntábamos miniaturas de Josep, mías y sobre todo de Carlos sin cuya enorme aportación no habríamos podido realizar la batalla.
Como decíamos, los ejércitos quedaron dispuestos para la batalla.
Los romanos con un despliegue clásico. En su centro las dos legiones romanas dispuestas en cuatro líneas: hostigadores, hastati, princeps y triarii (24 bases de infantería pesada). En cada ala una legión doblada de socii. Cada una con 22 bases de infantería pesada ordinaria e inferior (por la calidad variable de las tropas recién llegadas) más algunos auxiliares y extraordinaii Ax(S) y las levas de escaramuzadores.
En los extremos, caballería romana, itálica e hispana de calidad diversa completaban el despliegue.
En la retaguardia, el campamento romano instalado en una colina, estaba protegido por tropas hispanas y auxiliares itálicos.
Los cartagineses desplegaban con las levas íberas en el centro (16 bases) apoyadas por 10 bases de auxiliares hispanos y ligures y una nube de hostigadores de buena calidad.
Cada ala tenía el núcleo formado por los lanceros libio (18 bases cada una), más hostigadores y algunos elefantes. La caballeria pesada (8 bases) estaba en la izquierda y los númidas (12 bases) en la derecha.
En el campamento atrincherado algunos lanceros de las milicias montaban guardia.
Como jugábamos con ejércitos un 50% más grandes de lo habitual y sólo tres mandos por ejército, decidimos que a cada dado de órdenes PIPse le sumaría un 1, con el fin de asegurar un mínimo de capacidad de mando y la batalla fuese ágil.
El reparto de órdenes se asignó para reproducir las condiciones históricas. Los romanos asignarían su mejor tirada al mando central, el de mejor calidad, para romper el centro enemigo como ocurrió en el 215 a.C. además lanzarían un cuarto dado y se asignaría el más bajo al bagaje regular, las alas harían la media de los otros dos, por lo que las alas no quedarían desprovistas de órdenes.
Para los cartagineses, la situación era inversa. Su centro, que históricamente resultó el punto frágil, recibiría la tirada más baja de tres dados y las alas harían la media de los otros dos.
Sobre la marcha los jugadores convinimos en que las medias siempre redondearían por lo alto.
Bueno, fin de las explicaciones…
AL TURRÓN!!
Carlos D. se convirtió en los hermanos Escipiones, (aunque jugaba solo), mientras que Josep y yo seríamos Asdrúbal y nos repartimos las alas del ejército, el centro, con pocas órdenes, debería limitarse resistir.
La iniciativa era de Roma y con una enorme provisión de órdenes las legiones avanzaron resueltamente hasta distancia de combate de las tropas púnicas.
Sobre la marcha los jugadores convinimos en que las medias siempre redondearían por lo alto.
Bueno, fin de las explicaciones…
AL TURRÓN!!
Carlos D. se convirtió en los hermanos Escipiones, (aunque jugaba solo), mientras que Josep y yo seríamos Asdrúbal y nos repartimos las alas del ejército, el centro, con pocas órdenes, debería limitarse resistir.
La iniciativa era de Roma y con una enorme provisión de órdenes las legiones avanzaron resueltamente hasta distancia de combate de las tropas púnicas.
Los cartagineses debían aprovechar su teórica ventaja en caballería para vencer. Así que buscamos pronto ese combate. En la derecha los númidas desplegaron intentando flanquear a la caballería romana.
En toda la línea las escaramuzas se sucedieron y las levas romanas, de inferior calidad, pronto decidieron que ya estaba bien de recibir palos y se retiraron para dejar que los hastati se ganaran la soldada.
El centro romano tenía prisa y cuando los legionarios llegaron al choque con las levas íberas dieron buena cuenta de los caetrati y empezaron a abrirse paso entre los scutarii. Pintaban bastos en el centro y los romanos tenían todos los triunfos.
Los socii itálicos, para cubrir los flancos del empuje de las legiones, también tuvieron que llegar a las manos con los lanceros libios y la cosa no les fue tan bien, los lanceros combatirían firmemente durante toda la batalla provocando bajas de gravedad en las alas itálicas.
En la extrema izquierda los elefantes encontraron carne blandita y se abrieron paso dando mamporros y las caballerías se enfrentaron en un combate igualado.
En la derecha los númidas recibieron la carga de la caballería itálica que fracasó sangrientamente y se abrió una brecha tan tremenda que hasta el general romano al mando de esa ala tuvo que acudir a taponar la línea. Por el contrario los elefantes acosados por los extraordinarii y tropas ligeras se mantuvieron en retaguardia.
¿Qué es una batalla? Una batalla es una oscilación. Y ésta no lo era menos. La línea oscilaba como un péndulo. Los escaramuceadotes morían, se agotaban o se retiraban tras la infantería pesada y las lanzas y escudos chocaban contra pilums y gladios, mientras los relinchos de los caballos espantados o despanzurrados se mezclaban con los barritos espeluznantes de los elefantes enloquecidos.
Pero aunque la línea se combaba peligrosamente ante el empuje de las legiones, no se produjo la temida (o deseada según se mire) ruptura del centro cartaginés. Los soldados ibéricos, tras un comienzo sangriento, se repusieron y comenzaron a resistir en sus puestos mientras tropas auxiliares de reserva se desplegaban para dar cohesión a la línea.
Los romanos estupefactos admiraron la resistencia hispana y exclamaron “Qué les pasa hoy a nuestros malditos dados?”
(frase histórica de la que se apropió el almirante Beatty cuando en Jutlandia vio saltar por los aires uno tras otro a sus queridos cruceros de batalla)
Decíamos que la línea se combaba peligrosamente, pero también para los romanos, pues sus propios flancos se veían superados lentamente por los lanceros libios y la caballería cartaginesa y númida.
Aquí encontramos a los héroes de la jornada, unos heroicos psiloi cretenses, que se anclaron en su puesto y dejaron que la ola de la batalla los cubriese para seguir aferrados a su terruño hasta el final del día. Sin duda habían decidido que valía la pena morir por un pedazo de roca, aunque su destino no era tal. Su resistencia contra todo pronóstico merece ser recordada.
En toda la línea las escaramuzas se sucedieron y las levas romanas, de inferior calidad, pronto decidieron que ya estaba bien de recibir palos y se retiraron para dejar que los hastati se ganaran la soldada.
El centro romano tenía prisa y cuando los legionarios llegaron al choque con las levas íberas dieron buena cuenta de los caetrati y empezaron a abrirse paso entre los scutarii. Pintaban bastos en el centro y los romanos tenían todos los triunfos.
Los socii itálicos, para cubrir los flancos del empuje de las legiones, también tuvieron que llegar a las manos con los lanceros libios y la cosa no les fue tan bien, los lanceros combatirían firmemente durante toda la batalla provocando bajas de gravedad en las alas itálicas.
En la extrema izquierda los elefantes encontraron carne blandita y se abrieron paso dando mamporros y las caballerías se enfrentaron en un combate igualado.
En la derecha los númidas recibieron la carga de la caballería itálica que fracasó sangrientamente y se abrió una brecha tan tremenda que hasta el general romano al mando de esa ala tuvo que acudir a taponar la línea. Por el contrario los elefantes acosados por los extraordinarii y tropas ligeras se mantuvieron en retaguardia.
¿Qué es una batalla? Una batalla es una oscilación. Y ésta no lo era menos. La línea oscilaba como un péndulo. Los escaramuceadotes morían, se agotaban o se retiraban tras la infantería pesada y las lanzas y escudos chocaban contra pilums y gladios, mientras los relinchos de los caballos espantados o despanzurrados se mezclaban con los barritos espeluznantes de los elefantes enloquecidos.
Pero aunque la línea se combaba peligrosamente ante el empuje de las legiones, no se produjo la temida (o deseada según se mire) ruptura del centro cartaginés. Los soldados ibéricos, tras un comienzo sangriento, se repusieron y comenzaron a resistir en sus puestos mientras tropas auxiliares de reserva se desplegaban para dar cohesión a la línea.
Los romanos estupefactos admiraron la resistencia hispana y exclamaron “Qué les pasa hoy a nuestros malditos dados?”
(frase histórica de la que se apropió el almirante Beatty cuando en Jutlandia vio saltar por los aires uno tras otro a sus queridos cruceros de batalla)
Decíamos que la línea se combaba peligrosamente, pero también para los romanos, pues sus propios flancos se veían superados lentamente por los lanceros libios y la caballería cartaginesa y númida.
Aquí encontramos a los héroes de la jornada, unos heroicos psiloi cretenses, que se anclaron en su puesto y dejaron que la ola de la batalla los cubriese para seguir aferrados a su terruño hasta el final del día. Sin duda habían decidido que valía la pena morir por un pedazo de roca, aunque su destino no era tal. Su resistencia contra todo pronóstico merece ser recordada.
En el flanco izquierdo una unidad de elefantes sucumbió pero el peligroso hueco fue cerrado por las reservas libias que sabiamente dispuestas acudieron a cerrar la brecha.
El ala derecha romana se desmotivó.
En el otro lado del arco horrible de griterío y ruido del combate, los númidas aprovechaban el desastre de la caballería itálica para amenazar toda el ala romana. El general romano se quedó casi aislado en el borde de la mesa pero consiguió rechazar los intentos de capturarlo. Este flanco romano también estaba próximo a la desmotivación. El instante decisivo se produjo cuando varias unidades romanas, envueltos sus flancos, corrían el riesgo de ser aniquiladas. Sería un golpe demoledor que provocaría el desastre absoluto del ala izquierda romana.
Pero ¡Ah! La fortuna se alió esta vez con las Águilas y Dido nada pudo hacer por equilibrar la balanza, los romanos resistieron el golpe.
Caía la noche y ambos ejércitos, cansados y ensangrentados pero aún incólumes, cesaron el combate. La funesta llanura quedó en silencio, roto sólo por los gemidos agónicos de los heridos, y los aliviados romanos aprovecharon las sombras para retirarse y combatir otro día. Los púnicos se apoderaron del campamento romano abandonado como símbolo de una pírrica victoria.
El camino de Italia aún no estaba abierto.
Epílogo.
El fragor del combate fue tan emocionante como el día en general. La mesa de la batalla estuvo rodeada de visitantes que fotografiaron, preguntaron, saludaron y se sorprendieron en muchos casos de ver qué era lo que estábamos haciendo.
Como nos dijo David, hubo un momento en que desde su posición no nos podía ver, tal era el gentío que nos rodeaba.
Especialmente grata fue la visita de los creadores de la nueva revista Desperta Ferro, que amablemente nos saludaron, repartieron ejemplares del nº 0 de su revista y felicitaron por nuestra batalla.
Finalmente, a los amigos de Paraludem, agradeceros una vez más vuestra acogida y entusiasmo, que hizo de la jornada un evento fantástico, destinado a ser el germen de nuevas colaboraciones. De momento os esperamos en septiembre en nuestro Games Day.
El ala derecha romana se desmotivó.
En el otro lado del arco horrible de griterío y ruido del combate, los númidas aprovechaban el desastre de la caballería itálica para amenazar toda el ala romana. El general romano se quedó casi aislado en el borde de la mesa pero consiguió rechazar los intentos de capturarlo. Este flanco romano también estaba próximo a la desmotivación. El instante decisivo se produjo cuando varias unidades romanas, envueltos sus flancos, corrían el riesgo de ser aniquiladas. Sería un golpe demoledor que provocaría el desastre absoluto del ala izquierda romana.
Pero ¡Ah! La fortuna se alió esta vez con las Águilas y Dido nada pudo hacer por equilibrar la balanza, los romanos resistieron el golpe.
Caía la noche y ambos ejércitos, cansados y ensangrentados pero aún incólumes, cesaron el combate. La funesta llanura quedó en silencio, roto sólo por los gemidos agónicos de los heridos, y los aliviados romanos aprovecharon las sombras para retirarse y combatir otro día. Los púnicos se apoderaron del campamento romano abandonado como símbolo de una pírrica victoria.
El camino de Italia aún no estaba abierto.
Epílogo.
El fragor del combate fue tan emocionante como el día en general. La mesa de la batalla estuvo rodeada de visitantes que fotografiaron, preguntaron, saludaron y se sorprendieron en muchos casos de ver qué era lo que estábamos haciendo.
Como nos dijo David, hubo un momento en que desde su posición no nos podía ver, tal era el gentío que nos rodeaba.
Especialmente grata fue la visita de los creadores de la nueva revista Desperta Ferro, que amablemente nos saludaron, repartieron ejemplares del nº 0 de su revista y felicitaron por nuestra batalla.
Finalmente, a los amigos de Paraludem, agradeceros una vez más vuestra acogida y entusiasmo, que hizo de la jornada un evento fantástico, destinado a ser el germen de nuevas colaboraciones. De momento os esperamos en septiembre en nuestro Games Day.
4 comentarios:
Felicidades por la batalla y report en general. Me quedo con la imagen de las dos líneas de batalla y como van oscilando segun el empuje de los dos frentes.
Tengo ganas de ver la siguiente batalla ;)
¡Precioso!¡Y muy buenas fotos!
Xavi
Un reportaje magnífico :)
Reportage très sympa, même sans parler l'espagnol...
Belles photos.
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