martes, 4 de agosto de 2009

TERESA DE COFRENTES año 1609

Como acabo de volver de vacaciones, esta primera entrada será un poco sentimental y dedicada al pueblo donde pasé los veranos de mi infancia y donde regreso ahora de vez en cuando.

En Teresa de Cofrentes nacieron mis padres y con el paso de los años he aprendido a apreciar mejor su entorno, sus gentes, su gastronomía y desde luego su historia.




Teresa se ubica en el hoy llamado Valle de Ayora-Cofrentes, tierra fronteriza por definición y que a lo largo de su historia las ha visto de todos los colores.
Existen abrigos y cuevas con pinturas rupestres que demuestran que la zona fue habitada desde el inicio de los tiempos del hombre y desde entonces ha visto pasar a íberos, romanos, visigodos, moros y un largo etcétera.

Los orígenes del (ahora inexistente) castillo de Teresa se encuentran en un antiguo fuerte romano.



Durante la Edad Media se vio al Cid pasar con su mesnada cuando trasladó su campamento desde Requena a Játiva. Y es que geográficamente, el valle es un paso natural desde la llanura de Almansa hacia Utiel, atravesando el macizo montañoso donde está la Muela de Cortes y el Pico Caroche (la cumbre más alta de la provincia de Valencia).

El terreno es típicamente cárstico, constituido por grandes masas de roca (las muelas), quebrado, abarrancado y cruzado por vallecillos y cañadas con numerosas fuentes y riachuelos.



Decía que el Valle era tierra de frontera, por ello perteneció a diversas taifas, fue objeto de correrías y algaradas y protegido por muchos pequeños castillos de origen árabe.

Tras su conquista en 1243 por Aragón, estuvo bajo dominio tanto de Castilla como de Aragón en función de diversos tratados, incluso repartida entre ambos reinos y en la Guerra de los dos Pedros, en el colmo de la división, Ayora estaba con los castellanos y el resto de pueblos con los aragoneses.

Tampoco era de extrañar tanta diferencia pues de hecho los pueblos del valle estuvieron separados largo tiempo en dos señoríos distintos y para más claridad, en Ayora estaba el núcleo de cristianos viejos, mientras que en Teresa, Jarafuel, Zarra, Jalance y Cofrentes se concentraban las aljamas moriscas y los cristianos nuevos. Tanto es así que incluso se afirma que toda la población del valle excepto la de Ayora era sarracena y que se seguía hablando árabe hasta la fecha de la expulsión en 1609.

La presión sobre los moriscos se inició ya en tiempos del Católico, promulgando órdenes de bautismo de cristianos nuevos, seguidas de prohibiciones de uso de nombres, usos y costumbres.
De hecho ya en 1563 los moriscos de Teresa, que constituían la aljama más grande del Valle, se sublevaron e intentaron asaltar el castillo de Ayora.

HACE 400 AÑOS
El decreto de expulsión de los moriscos del 9 de abril de 1609 sella el destino de casi toda la población del Valle. Todos, conversos o no, deben marchar por las buenas o por las malas.

Muchos salieron voluntariamente, pero en Teresa se produjo uno de los focos de la sublevación, casi forzada por el bandolero teresino Pablillo Ubecar.

Se sucedieron los pequeños choques, las inútiles peticiones de clemencia, la llegada de las tropas del tercio de Lombardía y la resistencia en la Muela de Cortes.

Durante tres meses, entre septiembre y noviembre de 1609 se luchó, se resistió y se masacró hasta la rendición final en la Muela.

Casi todos los pueblos del Valle quedaron despoblados y el destino de los que de una forma u otra acabaron en las costas de Argel fue aciago y triste, cuentan las crónicas que pocos años después se calculaba de dos tercios habían perecido y el camino de muchos fue la piratería con los corsarios berberiscos.


En los pueblos de Valle existen desde hace unos años unos murales de azulejo que recuerdan los hechos más destacables de aquellos días tristes.







La vida siguió, las tierras se repartieron a nuevos emigrantes de otras tierras aunque la suerte nunca le ha venido de cara a esta comarca.

Cien años después los campesinos vieron que habían elegido el bando equivocado en la guerra entre austracistas y borbones y tras la batalla de Almansa sufrieron las consecuencias.

Otros cien años pasaron para que los franceses en la retirada de 1812, saquearan la población.
Los carlistas en 1874 repiten la operación para que nadie pierda la costumbre. Y es que el siglo XIX, entre guerras, pestes y riadas no fue el mejor para Teresa.

Como el resto del mundo rural español estos pueblos quedaron deprimidos y empobrecidos, destinados a enviar jóvenes emigrantes a las grandes ciudades y al extranjero.

En mis recuerdos de infancia persisten el gran incendio de 1979 que arrasó por completo los montes del municipio y la riada de 1982 (aquella que se hizo famosa por la presa de Tous) y que dejó Teresa convertida en isla.
La renovación y modernización llegó (también es mala suerte) con la central nuclear de Cofrentes.
El año pasado, estaba una noche en la casita del monte, disfrutando de un cielo estrellado como pocos, pero al norte, el brillo amarillento de la iluminación de la central y las masas de vapor de las torres de refrigeración empañaban la estampa.

Y mi chaval va y me dice: "Mira papá, parece Mordor"

Pero, en todo caso, a mi me gusta volver cada vez más, disfrutar de la tranquilidad, la vida pausada, las charlas al fresco de la calle por la noche, los paisajes agrestes y casi salvajes todavía.

Ah! y de los gazpachos y las patatas fritas al montón!!





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Castillo de Chirel en la Muela, foco de la resistencia final de los moriscos del Valle.

Vista actual de Teresa de Cofrentes. En lo alto, las ruinas de la ermita erigida con los restos del antiguo castillo musulmán.

1 comentario:

Xavier Martí i Picó dijo...

A ver cuando nos invitas jeje...
Yo prometo hacer de guia en la provincia de Alicante...