miércoles, 22 de abril de 2009

LIGA DBMM-1. LA SENDA DE LOS ELEFANTES.

Guillermo el Conquistador vs Alejandro y sus elefantes.

1ª jornada de la liga DBMM Barcelona. 09:45 del sábado 18 de abril en Alpha. Ricardo y yo aprovechamos que teníamos una partida pactada para jugar nuestra primera batalla dentro de la liga DBMM.

Confieso que tenía especial respeto por esos normandos tan bien dirigidos que ya había tenido ocasión de observar en la jornada de Molins. Tras la partida jugada, sólo puedo decir que el respeto persiste, así como mi agradecimiento a un rival hábil y generoso.

El ínclito y ubicuo Philemon nos deja una breve krónica de este encuentro memorable.




“…Alejandro echaba espumarajos de rabia mientras sujetaba con fuerza las bridas de Bucéfalo que se agitaba nervioso al presentir la furia de su amo.
- ¡Por Zeus! ¡porqué no está ya sobre la colina! ¡Maldito sea! Nos va a costar el día.
Efectivamente, el general Melamides que había salido la tarde anterior ha realizar un reconocimiento hacia el este o llegaba tarde o no tenía ni idea del negocio, porque avanzada la mañana y con todo el ejército normando desplegado al frente, no había dado señales de vida. La suave colina que protegía nuestro flanco derecho estaba ocupada por un puñado de psilois que poco podrían hacer para detener la caballería normanda.

Alejandro dio rápidas órdenes, destacando dos escuadrones de prodromoi hacia la suave colina para observar al enemigo. Ordenó formar en columna a los elefantes para apuntarlos hacia la caballería pesada normanda en cuanto se aproximase.
Las falanges en frente amplio y la guardia persa, formarían la línea principal apoyada en la colina de la izquierda, ocupada por los agrianos. Los tracios protegerían los flancos de la infantería pesada. Nosotros, los Compañeros, en retaguardia, formando una larga columna dispuestos a salir al encuentro del enemigo.




El ejército normando se puso en marcha con una velocidad endiablada, sus columnas de caballeros desplegaron y se dirigieron rápidamente hacia nuestra derecha mientras una larga línea de infantes pesados se oponía a nuestras falanges. Por fin los batidores informaron que Melamides llegaba por el valle al otro lado de la colina pero era demasiado tarde, el avance normando lo iba a bloquear en aquella posición aislada.



Nuestros elefantes comenzaron a moverse hacia una nutrida masa de caballeros que se dirigía hacia nuestro centro para separarnos definitivamente de Melamides.
Pero el avance normando nos reservaba otra sorpresa, una larga columna de caballería asomó tras los caballeros y se dirigió rápidamente hacia el flanco de nuestras falanges para detener allí a los elefantes. Era el momento de que los Compañeros nos pusiésemos en marcha. Los elefantes variaron aún más hacia la derecha pero su lentitud obligó a dividir la columna dejando el último para enfrentar la caballería, mientras algunas brigadas de compañeros entraban en línea para cubrir la brecha.


Todo era un puñetero caos nada más comenzar la batalla y aunque Alejandro parecía feliz, la cosa no pintaba nada bien.
El “jefe” me ordenó ir a observar lo que pasaba en la colina suave.
Cuando alcancé la cresta quedé horrorizado, Melamides formado en línea resistía la carga de una masa de caballeros superiores en número y aunque de momento aguantaba, su destino parecía sellado. Al pie de la colina, nuestros psilois y los escuadrones escitas eran arrollados por otra carga de caballería pesada. Un puñado de escitas resistió increíblemente. No esperé más, volví grupas para informar de que nuestra derecha ya no existía o pronto dejaría de hacerlo.


Pero la batalla ya se había convertido en una en carnicería salvaje cuando los elefantes cayeron sobre los caballeros del centro. Mientras cabalgaba colina abajo fui testigo excepcional de cómo el elefante Liliput, en dos empujones consecutivos, embestía dos brigadas de caballeros vestidos con grises cotas de malla y vistosos escudos con forma de cometa. El choque fue indescriptible y nuestros Compañeros lo vitorearon enardecidos hasta que sus gritos se ahogaron en las gargantas cuando vieron al paquidermo caer derribado. Liliput pagó su valerosa acción con la vida al acabar rodeado y acosado por todas partes.



Entretanto nuestras falanges avanzaron sobre la infantería enemiga para enzarzarse en un duro combate, mientras la línea ondulaba en avances y retrocesos. Y el elefante rezagado, el glorioso y condecorado Rhodo, con el apoyo de los tracios y el sacrificio de los arqueros cretenses, se enfrentaba a la caballería enemiga deteniéndola en un duelo que duró toda la batalla.



Oxiartes y su brigada de bactrianos pesados fue enviado a apoyar a la caballería ligera a retener a los normandos que ya bajaban de la colina sobre nuestro flanco derecho. La desmoralización se adueñó de parte de nuestras tropas al comprender que Melamides debía haber sido derrotado.



La angustia (o el canguelo) comenzaba a secarnos el gaznate.



Fue entonces cuando Lazhur se cubrió de gloria y salvó al ejército. Tras aplastar una brigada de caballeros normandos se encaró a la siguiente unidad que resultó ser el general del mando de los caballeros y su séquito.



Lo despachó sin contemplaciones mientras nosotros mismos estábamos en acción, envolviendo y derrotando otro escuadrón de enemigo. Esto fue demasiado para los normandos y los restos de sus caballeros que se desbandaron.

El día había pasado rápidamente y el sol caía en el horizonte. Los normandos se agruparon para lanzar un nuevo esfuerzo y liquidar la batalla a su favor. En una embestida furiosa aniquilaron los restos de nuestra caballería ligera y otro escuadrón de compañeros. Estábamos al borde del colapso, si perdíamos una unidad más ni siquiera Alejandro podría detenernos.
Desesperados vimos a Lazhur atacado de frente y ambos flancos por nubes de caballería normanda. Contuvimos la respiración. Como si se sacudiera las moscas, dando furiosas vueltas sobre sí mismo, Lazhur espantó a los normandos y los rechazó.





Tras este postrer esfuerzo la batalla se detuvo, agotados todos, nos retiramos hacia los campamentos.
Durante la noche apareció Melamides, prácticamente solo. Había perdido todo su cuerpo de ejército pero milagrosamente había salido indemne. Alejandro lo hizo llamar a su tienda y …”

Efectivamente, tras cuatro horas de juego y un tres en la tirada final del dado para determinar los turnos extras del defensor, la partida se detuvo cuando los macedonios estaban a tan sólo 0,5 ME de perder el mando de Kn y Ele, lo que hubiera decantado la batalla definitivamente para los normandos.

Al contar bajas, resultó que el ejército normando sumaba un 40’12% de bajas y un mando roto (incluyendo su general). Total 9 puntos de penalización.

Los macedonios, con un mando roto, otro desmotivado y el 36,58% de bajas, sumaban 8 puntos de penalización.

Resultado final: 14 - 11, una ajustadísima victoria para los macedonios.






El “accidente” del general normando con Lazhur había resultado decisivo.





4 comentarios:

Unknown dijo...

你好

Unknown dijo...

Estupendas miniaturas y un excelente informe de batalla. Así da gusto describir una batalla. La emoción del combate se capta perfectamente. ¡Enhorabuena!

Lo único es que no me acaba de cuadrar mucho el enfrentamiento entre ¡¡macedonios y normandos!!. Yo comencé jugando con DBM y siempre me sorprendía encontrar estos extraños contrincantes tan anacrónicos.

Un saludo

Erwin dijo...

Gracias Pedro,
cierto, es anacrónico, pero como el reglamento incluye listas de ejércitos de más de 4000 años, es inevitable para poder jugar una liga todos contra todos.

Además, aunque no somos muchos, cada uno tiene sus gustos, algunos medievalistas, otros clásicos, algún babilonio...

Algún día me gustaría organizar escenarios históricos como los que haceis en vuestro club. Cuando estemos un poco más rodados...

Xavier Martí i Picó dijo...

¡Qué emoción de batalla in extremis! ¡Qué miedo me dáis!